27 septiembre 2006

El tinglado se sostiene... (pero sólo unos meses)

Hola de nuevo.

Hoy os traigo unas reflexiones publicadas por un tal 'Luisito' en el foro de 'idealista.com'. Nos comenta la segura llegada de una crisis y cómo el modelo que se está intentando imponer para minimizar los efectos de la misma (construcción de VPO a saco) no va a lograr sus objetivos. Pone de manifiesto la irrealidad en la que hemos vivido estos años con esto de "España va bien" y "Toós zemos ricoh".

No entro en valoraciones de si lo que expone es válido o no (bueno, si lo publico aquí será porque me parece coherente); eso lo dejo para cada uno de vosotros, que os supongo lo suficientemente inteligentes como para hacer vuestras propias valoraciones.

No le va a resultar nada fácil a la economía española atenuar las consecuencias de una crisis. Construir centenares de miles o millones de viviendas de VPO, por ejemplo, no serviría de nada. El "milagroso" crecimiento de la economía española en los últimos años se ha sido una simple ficción, una trampa contable basada en la actividad especulativa de sectores que no han creado riqueza económica (capital) sino que la han destruido.

Sustituir, en una economía, los beneficios especulativos por beneficios legítimos, basados en la creación real de riqueza económica no es algo que se pueda improvisar en base a tener "una buena idea". Crear riqueza real en negocios reales implica competir en igualdad de condiciones con otras economías que han estado todos estos años trabajando disciplinadamente. Ese tiempo perdido no se recupera, por muchos motivos, mediante un decreto del gobierno que ordene la construcción de millones de viviendas.

El motivo más obvio es que incrementar la producción de un bien que ya es grotescamente excedentario (el indice de viviendas desocupadas en españa es el más alto del mundo) no es una buena idea económica. Otros motivos son que la producción de viviendas conlleva una creación de valor añadido pequeña o incluso negativa (el valor de la vivienda producida es menor que el esfuerzo necesario para construirla). Esto se debe a que el sector está atomizado, con empresas muy pequeñas muy desorganizadas y gestionadas por aficionados que pagan unos enormes sobrecostos, a que la tecnología empleada en este sector en muy rudimentaria, a que la falta de competencia exterior permite grandes márgenes de ineficiencia, a que los empleados en este sector tienen una baja formación y una baja productividad y a que el intervencionismo semimafioso que rodea a la construcción hacen que sea una máquina económica muy ineficiente. En general no es buena idea solucionar el problema generado por una construcción masiva mediante la construcción masiva.

Cuando los sistemas son muy complejos puede servir de ayuda fijarse en las variables globales, particularmente si sabemos que esas variables cumplen alguna ley de conservación. El "milagro" económico español ha sido un milagro de crecimiento negativo. Es una máquina con rendimiento negativo que consume riqueza a mayor velocidad de la que crea esa riqueza. El triunfalismo del gobierno y de los analistas se basa en que se fijan sólo en una parte de las variables de la economía: en los indicadores que muestran los resultados logrados pero no en los indicadores que muestran cuál ha sido el costo de esos logros. La cifra que globalmente nos indica que la economía española consume más riqueza de la que crea es el déficit. Nuestro déficit es el más alto entre las economías del mundo. Esta cifra nos dice que, aunque somos capaces de consumir riqueza como el que más, somos muy poco eficientes creando esa riqueza. En los últimos 12 meses nuestra economía (PIB) ha crecido unos 70000 millones pero el crecimiento de nuestra deuda ha sido de unos 200000 millones.

Esto, que no es más que una ficción contable, ha sido posible porque nuestra economía ha estado sumergida en una burbuja. Las burbujas y sus insidiosos blucles de realimentación permiten hacer estas cosas. El dinero de los créditos inyectado en el mercado de la vivienda, que es un mercado maniatado por el intervencionismo administrativo, ha permitido aumentar el precio de las viviendas tomadas como activos financieros. Esas viviendas cuyo valor contable ha ido aumentando "porque sí" ha permitido la emisión de más crédito que permite al bucle "inyección de crédito - sobrevaloración - obtención de más crédito - más sobrevaloración" seguir girando como un móvil perpetuo.

En el campo empresarial ha ocurrido algo muy parecido: las sociedades cotizadas han ido aumentando sus beneficios y la cotización de sus acciones pero a cambio de aumentar mucho más su deuda (190000 millones en un año, el 20% del PIB). También las empresas españolas han utilizado la máquina de movimiento continuo basada en sobrevalorar sus activos a base de crédito y de obtener más crédito utilizando esos activos previamente sobrevalorados. Todo ese crecimiento "milagroso" se ha basado simplemente en pedir prestada riqueza desde el exterior (al ritmo que indica el déficit) . Los 100000 millones de deuda hipotecaria asumidos por los hogares en un año dan para 2700 euros de consumo interno extras por habitante (incluyendo niños) . Toda esta riqueza extra se ha consumido mediante un esfuerzo que se espera hacer en años venideros. Ningún juego, por habilidoso que sea, de los hilos internos de la economía puede resolver estos desequilibrios globales. Salir de la crisis requerirá aprender a ganarnos el pan en lugar de vivir de prestado. Las cifras de la economía (diferencial de precios y pérdida de competitividad) nos indican que no vamos a ser capaces de hacerlo.

La economía española ha estado recibiendo desde el exterior 200000 millones suplementarios por año. Eso es una cuarta parte de nuestro PIB. Si desde el exterior nos han ido prestando dinero a ese ritmo es porque hemos ido utilizando como garantías para esos créditos los activos de la economía española (viviendas por parte de las familias y activos por parte de las empresas).

Nuestra economía crece en términos nominales un 7% mientras que el volumen de nuestra deuda crece un 25% . Este proceso obviamente es insostenible. Ha funcionado hasta ahora porque hemos estado empeñando los activos que teníamos y porque la burbuja nos ha permitido aumentar la sobrevaloración de esos activos. El barrio de Lavapiés, por poner un ejemplo, ha multiplicado su valor contable (su valor de tasación) por tres en unos pocos años. Este aumento de valor contable se ha logrado "porque sí", sin inversiónes, sin trabajo ni aportación de valor añadido. Este valor contable tres vaces mayor permite a los habitantes de Lavapiés obtener un volumen de crédito tres veces mayor, pero nada más. Los habitantes de Lavapiés no han multiplicado sus ingresos ni la facturación de sus negocios ni su capacidad de producir riqueza; sólo han aumentado su capacidad de endeudarse y se han endeudado. Esa deuda no ha sido invertida en mejorar su capacidad de producción, sino que ha sido disipada en consumo de productos importados (como indica nuestro déficit).

Con las empresas ha ocurrido algo muy similar. Si nuestra economía siguiese creciéndo un 7% nominal, el volumen de la deuda podrá crecer a largo plazo ese 7% y no el 25% actual. Se trata de inventar un nuevo modelo de crecimiento que permita crecer a nuestra economía ese 7% aún cuando la inestimable ayuda que representa la deuda caiga a la cuarta parte. Inventar este nuevo modelo no es tarea sencilla ni mucho menos. Nuestro diferencial de precios indica que no vamos a convertirnos en una potencia exportadora.

Pues eso, que de la crisis no nos salva nadie, que lo que hemos pedido para vivir de prestado lo vamos a tener que devolver, pero no tenemos ni idea de cómo conseguir toda esa pasta.

En fin, que cada uno se lo monte como mejor pueda. Y hasta entonces, alegría, alegría, y una tía cada día. Y después, ¡que nos quiten lo bailao!

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