16 junio 2007

Las constructoras pasan las de Caín

Saludos de nuevo, queridos lectores.

Como ya viene siendo tristemente habitual, han pasado tres semanas desde mi último artículo, pero es que, sinceramente, no dispongo del tiempo que necesitaría para atender el blog con más frecuencia... En fin, sé que sabréis disculparme. Y ahora, entremos en materia.

Hace ya tiempo, bastante tiempo, que se sospecha de que la situación de las empresas constructoras e inmobiliarias no es tan boyante como puede parecer al echar un vistazo a sus grandes revalorizaciones en bolsa o los grandes números que, año tras año, han ido presentando en sus juntas de accionistas. Muy al contrario, sus números parecen originarse en imaginativas contabilidades de ingeniería financiera, aparte de en la especulación salvaje vivida en el parqué en los últimos años.

Hace ya unos meses que el Banco de España alertaba acerca del alto endeudamiento de inmobiliarias y constructoras, que siguen pidiendo créditos como si la demanda de pisos no fuese a tener fin; sus cifras de beneficios quedan eclipsadas ante el aumento desmesurado de la deuda que arrastran.

Desde entonces, la evolución en bolsa de las empresas constructoras ha sufrido una serie de altibajos (últimamente más 'bajos' que 'altis') que comenzaron con la debacle de Metrovacesa tras las OPAs hostiles entre sus dos socios mayoritarios. Una empresa, por cierto, sobrevalorada en bolsa al doble del valor de sus ya sobrevalorados activos. Si esto no es especulación...

Pero el 'crash' más sonado se ha producido hace unas semanas con la caída en picado de Astroc en dos jornadas para olvidar (o, mejor aún, para recordar, je, je), con dos caídas del 43% y el 37% en el plazo de una semana. Era de esperar, ya que el 'chicharro' se veía venir desde lejos, y como muestra un botón de los trucos de magia que se sacaron de la manga para hacer creer que el valor de la compañía era de 1000 millones de euros.

La debacle de Astroc, además, ha marcado el punto donde se ha abierto la veda de las constructoras en bolsa, dando así por terminado el ciclo alcista del sector en bolsa. No es que haya habido un tsunami bursátil, como algunos se apresuraron a augurar, pero sí que ha habido miedo, mucho miedo ante lo que hubiera podido ocurrir (de hecho, yo mismo estoy convencido de que en cualquier momento la bolsa se va a ir a pique, aunque obviamente desconozco el momento exacto en que ocurrirá). Y lo más inquietante es que cuando el tsunami "de verdad" llegue no se va a quedar en las empresas del sector, sino que va a salpicar a muchas otras, entre ellas a los bancos por haberse lanzado de lleno a la financiación de constructoras, y esto sí que es grave porque pone en peligro el propio sistema financiero del país.

Pero lo ocurrido en bolsa no es más que la consecuencia más visible del momento que atraviesa el sector, donde las vacas flacas no han hecho más que asomar la cabeza. A la vista de lo que ocurre, lo peor está por llegar. La prensa extranjera no se anda con medias tintas, y mientras el Financial Times lanza una bofetada directa asegurando que el sector se está descalabrando desde Marzo, otras publicaciones europeas advierten a los inversores del fin de la burbuja inmobiliaria y desaconsejan tajantemente la compra en destinos costeros, nicho habitual de compra de la mayor parte de residentes e inversores extranjeros.

Y como a perro flaco todo se le vuelven pulgas, la banca, la otrora amiguísima del sector del ladrillo (sin cuya ayuda el ladrillo jamás hubiera podido llegar hasta el límite al que ha llegado), empieza a darle la espalda una vez que se sospecha que la cosa puede caer de un momento a otro. Por tanto, el crédito fácil y abundante parece que ha terminado tanto para las constructoras como para los particulares que pretendan comprar una vivienda (locos ellos...). Y no sólo la banca nacional le está viendo las orejas al lobo, sino que la banca británica, habitual prestamista de las inmobiliarias españolas, también ha cerrado el grifo en cuanto a financiación se trata.

Parece que el tan traído y llevado 'aterrizaje suave' que la propia banca clama no está tan claro... Yo en este caso observaría más los hechos que las palabras, y sospecharía que el corte de crédito responde a una falta de confianza en el sector; si no, ¿por qué iba la banca a renunciar a tan suculentos y seguros beneficios? Es más, ¿por qué los dos mayores bancos de España, el Santander y el BBVA, se han lanzado a la venta de la mayor parte de sus activos inmobiliarios? Todo esto es, cuanto menos, sospechoso...

A la espantada de los inversores-especuladores y al cierre del grifo por parte de los bancos se une el endurecimiento de las condiciones hipotecarias debido al aumento de los tipos de interés (de lo cual siempre nos congratulamos en este blog, gracias Trichet ;-) ), lo que ha llevado a la patronal del sector a tener que admitir que se ha producido un estancamiento del mercado de la vivienda. Mal momento para ello, ya que la tasa de construcción está en máximos (la patronal ve en ello un signo de 'dinamismo' del sector), con el stock acumulándose y las deudas sin pagar; pero claro, es lo que tienen los mercados especulativos tan 'dinámicos' (sic), que lo mismo suben como la espuma que se desploman en cuestión de semanas.

Y es ahora cuando los 'expertos' auguran que serán necesarios cambios y ajustes en el sector: nada de crisis (¡vade retro, Satanás!), sino normalización, pasando por la internacionalización, diversificación, etc. Vamos, ni más ni menos que dedicarse a cualquier cosa que no tenga nada que ver con el sector del ladrillo en España.

¡Si es que hay veces que se muere de éxito, oche!

Que ustedes lo pasen bien; yo lo haré :-)