22 diciembre 2007

Crisis? What crisis?

Hola de nuevo.

En estos entrañables días me llena de orgullo y satisfacción... ¡ah, no, que eso es para otro discurso!

Bueno, tras este desastroso intento de dar un toque de humor, vayamos a lo que interesa :-)

Ya es verdad; ya llegó; ya es cierto. Hemos entrado de lleno en un periodo de turbulencias en el mercado inmobiliario que, además, afectará a toda la economía. La crisis subprime sigue vivita y coleando, y nadie sabe a ciencia cierta ni las consecuencias que tendrá ni quién está realmente pillado en ella, aunque las entidades españolas ya empiezan a reconocer que el impacto será mayor de lo esperado. No sé por qué, pero no me sorprende...

Hasta tal punto llega la desconfianza que hace unas semanas el mercado de cédulas hipotecarias tuvo que cerrar por primera vez en su historia debido a la total falta de demanda. Detrás de todo esto está el temor a que las pérdidas de las entidades hipotecarias sea mayor de lo que se está reconociendo hasta el momento.

La laxitud con que las entidades de crédito USA han prestado dinero ha llevado a una crisis de confianza en la que los bancos no se fían los unos de los otros. La cotización bursátil de algunos bancos USA ha caído en picado y la rentabilidad de los bonos (impresionante enlace) emitidos ha llegado incluso al 15% en un intento desesperado por captar capital. El riesgo hay que pagarlo... Lo que se espera por aquellos lares, según Harry Schultz, es algo parecido al apocalipsis.

Para intentar capear el temporal, el Gobierno USA ha llegado a un acuerdo (¿imposición?) con las entidades hipotecarias para congelar las cuotas durante cinco años, aliviando así la presión sobre los endeudados y que el ya altísimo ratio de morosidad no siga aumentando, lo que llevaría a la quiebra a las entidades más expuestas a las hipotecas basura.

Al otro lado del charco, en Gran Bretaña, las autoridades estudian nacionalizar el Northern Rock; Bruselas, pese a ser muy reacia a las ayudas estatales a empresas, ha dado el visto bueno. Algo grave tiene que estar pasando para ello.

Estas medidas han sido muy criticadas por resultar contrarias al libre mercado. Resulta curioso cómo dos de los países que más defienden el libre mercado se afanan ahora en sacar a flote a empresas privadas que quisieron ganar pasta gansa a toda costa. Ahora, con la disculpa de ayudar a los ciudadanos y salvar el propio sistema económico, ambos gobiernos se apresuran a intervenir, con lo que serán los contribuyentes los que terminen pagando todos estos desmanes. Lo expresa muy bien Martín Seco: "Eso es lo malo del neoliberalismo, que propugna la libertad absoluta pero se esconde inmediatamente en las faldas de papá Estado cuando aparecen los agujeros. Privatiza los beneficios y socializa las pérdidas".

Continuando el relato de las acciones institucionales, el BCE sigue inyectando dinero a espuertas con tal de evitar la temida crisis de liquidez. Ya avisó en el pasado de que las inyecciones se seguirían produciendo, y hace unos días inyectó nada menos que 348.607 millones de euros, el doble de lo esperado, mientras lleva ya seis meses sin subir los tipos de interés a pesar de los riesgos de inflación que el propio BCE ve en el horizonte. En fin, que dicen una cosa y luego hacen otra; el miedo les ronda. Y mientras unos tachan al BCE de cicatero, otros opinamos que los bancos centrales sufren eyaculación precoz.

Pero no hace falta irse allende nuestras fronteras para encontrar problemas. Aquí, en casita, también tenemos lo nuestro, que no es poco. El FMI sigue alertando de que España está muy expuesta a la crisis financiera, y que nuestro 'boom' inmobiliario nos hace más vulnerables.

El BDE también está muy activo con sus previsiones y alertas, y se preocupa especialmente por el gran endeudamiento de empresas (especialmente las relacionadas con lo inmobiliario) y la gran exposición a la crisis (ya nadie oculta esta palabra) de nada menos que un millón de familias debido a su alto endeudamiento.

Mientras, el déficit por cuenta corriente sigue aumentando a tasas cercanas al 20%, mientras que los activos del BDE se redujeron en un 74% y las reservas en nada menos que un 95%. Para colmo, el paro aumentó en Noviembre más que en los últimos 4 años y tiene visos de seguir aumentando durante los dos próximos años; y lo mismo opina el BBVA, que augura un aumento de 250.000 parados en la construcción (no sé por qué, pero no me sorprende) debido a la desaceleración inmobiliaria.

El BBVA, además, se ha unido al grupo de los pesimistas en cuanto a la evolución del mercado de la vivienda y augura un descenso de precio para 2009. Pero no es el único que recela del mercado inmobiliario: Aguirre Newman prevé caídas del 70% en la venta de viviendas y sin esperar a 2009: lo ha pronosticado para el año en curso, 2007; no tan pesimistas han sido los registradores, que han cifrado la caída en "sólo" un 13%., mientras que el número de visados cayó un 22%.

Y es que el mercado está definitivamente de capa caída. La sensación es de que ni se compra ni se vende nada; el tiempo para vender un piso aumenta cada día; las noticias de caídas de precio empiezan a ser continuas; las tasadoras andan con la mosca detrás de la oreja, dado que su suerte está directamente vinculada al chiringo de la construcción y no le están viendo mucha salida al asunto. Y la banca no se juega menos: si el mercado se resquebraja pueden tener muchos problemas (y lo dice Primo, que ya hemos comentado varias veces que es un optimista).

Y todo esto a pesar de que el crédito hipotecario se va desacelerando poco a poco, lo que no significa que baje, sino todo lo contrario; ya hemos llegado a una deuda hipotecaria igual al PIB. Lo que no se desacelera sino que sube como la espuma es la reunificación de deudas, que ha aumentado un 30%. Se ve que la soga empieza a ahogar a unos cuantos.

El panorama es desalentador para las inmobiliarias. A la debacle de Astroc, que pierde 153 millones de euros, se ha unido ahora el drama de Habitat debido a las deudas. En total, la deuda de las inmobiliarias ha crecido nada menos que 100.000 millones de euros en los últimos 12 meses. Así, no es de extrañar que hayan montado el G-14; o que ahora intenten fusionarse y vender activos a cualquier precio para afrontar las deudas; unos activos que, por cierto, han perdido un 10% de su valor (y contando) debido a la restricción de crédito, incremento de tipos, etc.

Y todavía hay quien opina que todo esto no es más que la consecuencia del pesimismo de los periodistas. Así se expresó el presidente de Sacyr, para el que, según parece, las noticias acerca del mercado inmobiliario deberían ser censuradas para no provocar alarma social; cuanto más ignorante se mantenga al populacho, mejor. Y además no se le cayeron los anillos al pedir que no se cierre el grifo del ahorro europeo que financia los créditos en España.

Afortunadamente las noticias empiezan a estar ahí para hacer ver que la crisis ya está aquí y que, como dice S. McCoy en un impresionante enlace, el crunch inmobiliario es inevitable.

Felices fiestas a todos.


6381. A este lado del monitor seguimos siendo igual de pobres... :-P