27 febrero 2009

¿Quién es el responsable de la burbuja inmobiliaria?

Hola amigos.

Hoy no voy a hablar yo; he creido conveniente reproducir un reportaje muy interesante que ha publicado El País acerca de la responsabilidad política en la hecatombe actual del mercado de la vivienda.

Con todo, he de decir que el reportaje me parece un poco sesgado en tanto en cuanto se pretende cargar al anterior Gobierno del PP con una parte importante de las responsabilidades de la actual crisis. Conste que no es que esté en total desacuerdo con ello, ya que en este mismo blog ya se ha comentado que toda esta locura empezó con el PP; sin embargo, no me parece lógico culpar a un Gobierno cinco años después, toda vez que además en su momento el modelo de crecimiento adoptado pudo servir para conseguir salir de una crisis que, por otra parte, ya fue heredada desde el anterior Gobierno socialista. Y además, a fin de cuentas el PP es de derechas; si en su momento aplicó políticas de derechas, ¿se le puede criticar?

Mucho más criticable es el (des)Gobierno del PSOE que sufrimos actualmente, que en cuanto llegó al poder renegó de las críticas que realizaba cuando estaba en la oposición y mantuvo un modelo de crecimiento heredado de un Gobierno "de derechas". Y han tenido cinco años, ¡cinco! para enmendar la cosa, y no sólo no hicieron absolutamente nada sino que durante todo este tiempo se han dedicado a decir que todo iba perfectamente bien.

Lo curioso es que ahora, a la luz de los datos que se dan en el reportaje, parece mentira que nadie quisiera darse cuenta de dónde nos estábamos metiendo... Con todo, desde mi humilde punto de vista el principal responsable de lo que está ocurriendo es quien se metió donde no debía y compró lo que no podía pagar. No parece justo escudarse en la ineptitud de nuestros dirigentes (que lo son, no lo duden) para eludir las propias responsabilidades.

Bueno, sin más, aquí posteo el reportaje. Advierto: ¡es largo!

[NOTA: Los resaltados en negrita son de cosecha propia]


Manuel Arellano y Samuel Bentolila.
Profesores del El Centro de Estudios Monetarios y Financieros (CEMFI)

Resulta que una generación de españoles va a perder sus ahorros porque los ha dedicado a comprar viviendas cuyo precio se está desmoronando. Así que no podremos contar con lo que esperábamos para la vejez y para nuestros hijos. Y muchos se han endeudado tanto que ahora no pueden hacer frente a sus obligaciones. Resulta además que nos hemos especializado en ser albañiles, fontaneros, electricistas, camioneros, cristaleros, fabricantes de puertas, vigas, grúas, baldosas o lavabos, aparejadores, vendedores de hipotecas, tasadores, registradores y un sinfín de ocupaciones relacionadas con la construcción; y que ahora nuestra experiencia laboral ya no vale y tendremos que dedicarnos a otra cosa.

Resulta además que el milagro económico español era un espejismo, porque nos hemos dedicado a construir casas que no habríamos querido construir de haber sabido lo poco que iban a valer en el futuro. Una casa sólo vale para vivir en ella, y si nadie quiere hacerlo, entonces no vale nada. Hemos comprado pisos que están cerrados o a los que vamos unos cuantos días al año, no porque tuviéramos grandes deseos de consumir viviendas, sino porque pensábamos que eran una reserva de valor para el futuro.

Resulta además que nuestros bancos y cajas se han dedicado a prestar a empresas promotoras y constructoras, y que muchas de éstas ahora no pueden devolver los préstamos, lo que podría llevar a la quiebra a los bancos y las cajas si es que pudieran quebrar. Resulta además que nuestros ayuntamientos han disfrutado de unos ingresos insostenibles gracias a las recalificaciones de terrenos y que los dispendios a los que nos han acostumbrado se acaban. Resulta además que los coches que hemos comprado en realidad no los podíamos comprar porque éramos menos ricos de lo que creíamos. Y de ahí a una completa distorsión del tejido productivo.

Finalmente, en cuanto este tipo de actividad insostenible se ha parado, la economía ha entrado en recesión. Para contribuir a entender un desvarío de consecuencias tan negativas, es necesario revisar la senda que han seguido los precios de la vivienda en España, sus causas, su predictibilidad y lo que podría haberse hecho para evitarla.

El crecimiento del sector de la construcción

El crecimiento de la construcción total ha sido altísimo, del 5% al año en 1996-2007. Entre 1998 y 2007, el parque de viviendas creció en 5,7 millones, casi el 30%. En el tercer trimestre de 2007, la construcción suponía el 13,3% del empleo total, muy por encima, por ejemplo, del 6,7% de Alemania o del 8,5% del Reino Unido.

Varios factores han estimulado la demanda de viviendas. Destacan la expansión económica (en parte debida al propio boom inmobiliario) y la consiguiente caída del desempleo, y la reducción de los tipos de interés hipotecarios tras la integración en el euro, del 11% en 1995 al 3,5% en 2003-2005, que a menudo eran negativos tras descontar la inflación. Además, la competencia bancaria ha facilitado el acceso y mejorado las condiciones del crédito hipotecario. También ha aumentado el número de hogares, en especial debido a una entrada masiva de inmigrantes, de alrededor de 4,2 millones entre 1996 y 2007. Por último, ha crecido la compra de inmuebles de familias no residentes, en una magnitud difícil de calcular.

La oferta respondió a la mayor demanda, como muestran los datos anteriores, pero no pudo satisfacerla completamente, lo que dio lugar a grandes subidas de precios de la vivienda: de una tasa de inflación anual del 1% en 1995-1997 se pasó al 18% en 2003 y 2004. En media, entre 1995 y 2007, la inflación de la vivienda fue casi del 10% anual.

En realidad, en la medida en que los agentes tengan expectativas de incrementos futuros de los precios de la vivienda y la demanda se vea influida positivamente por ellas, durante un tiempo es posible observar una espiral de crecimiento de la demanda, la oferta y los precios.

¿Ha habido una burbuja especulativa?

Una burbuja se caracteriza por la presencia de altos volúmenes de transacciones a precios muy distintos del valor económico fundamental. No es fácil de identificar, por la dificultad para calcular bien este último valor. A menudo, la identificación se realiza a posteriori, tras un colapso brusco de los precios. No obstante, en el mercado inmobiliario, por su escasa liquidez, ese colapso es más lento que en los mercados financieros e inicialmente se manifiesta más en las cantidades que en los precios. En España, la venta de viviendas se ha desplomado en 2008, calculándose que a finales del año había entre 650.000 y 1,3 millones de viviendas nuevas sin vender.

En todo caso, la revalorización de la vivienda en España entre 1997 y 2007 ha sido del 191% según The Economist, la segunda mayor de la OCDE y superior a la de países donde no se duda de la existencia de una burbuja, como Reino Unido (168%) o Estados Unidos (85%). En cuanto a la caída, según el INE, en el tercer trimestre de 2007 el precio de la vivienda nueva ha subido un 3,7% en términos interanuales, y el de la vivienda usada ha caído un 11,4%, frente a tasas respectivas de aumento del 9,2% y el 7,5% un año antes. La rapidez y la magnitud de estos cambios apuntan a una burbuja.

Más rigurosamente, los factores fundamentales antes citados (la expansión, los tipos de interés...) no explican por sí solos los precios alcanzados. Las estimaciones disponibles -por ejemplo, las del Servicio de Estudios del Banco de España- indican que los precios observados estaban muy por encima de los niveles justificados por los fundamentos económicos. Esta sobrevaloración se cifraba entre el 8% y el 20% ya en 2003 y entre el 24% y el 35% en 2004. Así, parece claro que una parte significativa de la inflación de la vivienda se ha debido a motivos especulativos: la gente compraba casas como inversión, porque esperaba que se revalorizasen. Además, se consideraban una inversión segura, frente al riesgo de los activos financieros revelado por el desplome de las bolsas de valores de 2002.

Vale la pena señalar que una burbuja no tiene nada que ver con los estados de optimismo o pesimismo colectivos que puedan asociarse con niveles de actividad económica altos o bajos, por la vía de un mecanismo de expectativas autocumplidas. En el caso de una burbuja, los precios no cumplen su función como mecanismo para la asignación correcta de recursos y se producen errores reales. Si la burbuja es grande y duradera, la mala asignación de recursos de ahorradores, empresas y trabajadores puede causar una cuantiosa destrucción de riqueza real.

¿Se sabía que había una burbuja?

Desde 2002, el Banco de España ha alertado sobre la sobrevaloración de la vivienda, aunque ha sido demasiado optimista sobre la probabilidad de que fuera "compatible con una reabsorción paulatina y ordenada", quizá porque temía pinchar la burbuja. En 2003, The Economist estimaba la sobrevaloración en España en el 52%. En 2004, el Fondo Monetario Internacional la situaba en el 20%-30%. Entre los economistas españoles, José García-Montalvo la cifraba en 2003 en un 28,5%, indicando: "En resumen, es muy probable que el mercado inmobiliario español sea una bomba de relojería esperando a ser detonada". No obstante, tanto altos cargos políticos como empresarios negaron repetidamente y hasta fechas recientes que hubiera una burbuja.

¿Eran los responsables políticos conscientes de la burbuja?

El programa electoral del PSOE de 2004 hablaba de apostar "por un nuevo modelo de crecimiento más sólido que el actual". Su candidato a presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, decía: "Como tenemos un modelo económico basado en la construcción y en la hipoteca, las familias españolas están hoy más endeudadas que nunca en su historia". Y el entonces coordinador del programa económico del PSOE afirmaba: "Esa política de alquileres que proponemos (...) evita que la gente, ante un cambio de expectativas, se ponga a vender y se produzca un desplome de precios, lo cual sería catastrófico". Ciertamente, el entonces ministro de economía del PP declaraba: "La verdad es que estamos asentados en un ciclo largo y con pocas incertidumbres. Eso es indiscutible. Y lo importante es que es un modelo duradero".

¿Podría haberse hecho algo para evitar la burbuja?

Atajar una burbuja es más fácil (técnicamente) si se cuenta con la herramienta adecuada: los tipos de interés. Es más difícil si no se tienen, como en España, que los ha dejado en manos del Banco Central Europeo (que durante mucho tiempo los mantuvo demasiado bajos para las necesidades de la economía española). No obstante, pensamos que las siguientes medidas, orientadas a conocer realmente el nivel de precios de la vivienda y a reducir las distorsiones fiscales que hacían artificialmente rentable este tipo de inversión, habrían mitigado la burbuja:

1. Mejorar la información sobre los precios de la vivienda. A diferencia de otros países, en España no existe información sobre precios reales de transacción. Sólo desde 2008 se dispone de datos registrales provenientes de las notarías y sólo en forma de índice, no de valor monetario (quizá por sospechar una infradeclaración en los valores escriturados). Hasta entonces sólo había series oficiales del Ministerio de Vivienda elaboradas a partir de datos proporcionados por empresas que tasan viviendas con cargo a los clientes, a menudo para la concesión de hipotecas. Por motivos obvios, ésta no es una fuente fiable. Y la política informativa oficial ha sido lamentable. Por ejemplo, ese ministerio anunció en octubre de 2004 que suspendía la publicación de datos de precios de la vivienda, aunque luego rectificó. Acto seguido introdujo un cambio metodológico que sesga la medición de los precios a la baja. ¡En la actualidad, este ministerio no ofrece en su página web ningún dato de precios anterior a 2005! Y en ningún momento se intentó que el público fuera consciente de la posible sobrevaloración de la vivienda.

Sin embargo, sería posible contar con información sobre el valor real de las transacciones inmobiliarias, por ejemplo, recabándola en una de las encuestas a los hogares que realiza el INE o llevando a cabo una encuesta específica para ello, y usarla para corregir la medición de precios de los cambios de calidad de la vivienda.

2. Reducir la desgravación a la vivienda en el impuesto sobre la renta, que sesga fuertemente las decisiones de inversión de los hogares hacia la vivienda frente a otros activos y, junto con la ley de arrendamientos, favorece la vivienda en propiedad (81,3% de los hogares en 2005) frente al alquiler. En 2002, el 79,7% de la riqueza bruta de los hogares correspondía a bienes inmuebles, frente al 75,5% de Italia o el 38,4% de Estados Unidos. En 2005, el porcentaje era ya del 80%. En 1998, el Gobierno del PP redujo la altísima desgravación existente, pero después no se ha avanzado por esta vía.

3. Aumentar la presión inspectora sobre las empresas y las transacciones inmobiliarias. Estimaciones recientes sitúan a España entre 2004 y 2005 como el tercer país desarrollado con más economía sumergida (20,5% del PIB), tras Grecia e Italia. Este porcentaje sólo se ha reducido en 2,2 puntos desde 2000. Probablemente una parte importante de la actividad oculta se canaliza a través del mercado inmobiliario. El Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda estima la evasión fiscal en el sector inmobiliario en 8.600 millones de euros anuales (alrededor del 0,8% del PIB).

¿Por qué no se intentó atajar la burbuja?

En primer lugar, porque la construcción es un sector intensivo en mano de obra, lo que es importante en un país con una tasa de paro estructuralmente alta. En segundo lugar, porque un aumento del valor de la vivienda favorece al votante mediano, que es propietario de su vivienda. Y en tercer lugar, porque el sector inmobiliario genera cuantiosos ingresos fiscales para el sector público, a los niveles nacional, autonómico y municipal. Por ejemplo, en 2004 suponía el 60% del presupuesto (excluyendo pasivos y transferencias corrientes) de la ciudad de Valencia y el 50% del de Madrid.

El Gobierno del PP se equivocó con su ley de liberalización del suelo de 1998. Creía que con más suelo aumentarían las viviendas y bajarían los precios. Craso error. Se compraban y se construían viviendas no porque fueran baratas, sino porque eran caras y se tenían expectativas de que lo fueran aún más en el futuro. Así, la ley del suelo echó leña al fuego de la burbuja, desencadenando una frenética actividad recalificadora gracias a la cual los gobernantes locales veían llenarse las arcas municipales (cuando no sus propios bolsillos).

Por su parte, los intentos del Gobierno del PSOE de fomentar la vivienda protegida y en alquiler y su nueva ley del suelo de 2007 han sido totalmente ineficaces. En realidad se ha limitado a cabalgar la burbuja hasta sus últimos estertores.

En definitiva, ambos Gobiernos han fallado en un asunto crucial: preservar a los ciudadanos de desmanes económicos que se lleven por delante sus ahorros, su empleo y su prosperidad. Es un fracaso del que se debe aprender para el futuro y por el que procede pedir responsabilidades.

15 febrero 2009

La vivienda no baja

No, qué va...

¡Esto va para abajo que se las pela! Las bajadas de pantalones que hace menos de un año eran algo poco menos que anecdóticas han pasado a verse con toda su crudeza. Y todo a pesar de los esfuerzos del desvergonzado (des)Gobierno en apuntalar el chiringuito.

El caso es que hace ahora cosa de un año que se comenzaban a escuchar ciertas noticias de bajadas de precio del 9% en viviendas de segunda mano y noticias de chollos que empezaban a aparecer. En Pocerolandia, los pisos se intentaban vender hasta 60.000€ más baratos que unos pocos meses antes y los especuladores intentaban quitárselos de encima como fuera. De una forma un poco más oficial, el Salón Inmobiliario de Madrid (SIMA, vaya nombre más premonitorio) abría con descuentos, que no bajadas (sic)...

Ya desde entonces se empezaban a dar toques de atención en las editoriales de prensa, donde incluso El País abogaba por la bajada de precios (muy a pesar de los promotores) y por el necesario ajuste de los precios a la realidad del mercado, al tiempo que se informaba de caídas del 5.9% hasta Septiembre.

Entonces, mientras algunos medios empezaban a hablar de caídas hasta 2011 (el BBVA, en uno más de sus informes, calcula un 25% de caída, al menos hasta que vuelvan a rectificar sus previsiones -a la baja, claro), el señor Chicote se dedicaba a rebuznar en entrevistas digitales, a decir que los precios ya habían bajado todo lo que tenían que bajar y que antes de bajarlos un 30% se los regalaba al banco. ¡Pobrecillo, si esto no ha hecho más que empezar! Ya me gustaría ver a ese impresentable regalando al banco los pisos antes que venderlos, ¡ja! En cualquier caso, que los regale, que los regale... Ya se encargaría el banco de venderlos a lo que el mercado pueda pagar.

Al discurso de Chicote se unía el señor Martí (APCE) al afirmar que los promotores descartaban bajar más los precios. Es curioso, ya que los pobres diablos Martí y Chicote decían esto mientras las inmobiliarias bajaban precios para intentar (que no conseguir) aumentar la demanda.

La pregunta ya no era si el precio de los pisos iba a bajar, sino cuánto. Se ha dicho en algunos medios que el precio actual de la vivienda es el mismo que hace cinco años... o menor aún. La tasadora Tinsa, anteriormente conocida como 'la 17%', ha estimado una caída del 20% en el precio tan sólo en 2009, además de una acumulación de un millón y medio de pisos en stock.

Y para quitarse de en medio ese stock acumulado, condición sine qua non para salir la crisis del sector, los promotores han realizado y siguen realizando las más rocambolescas propuestas al (des)Gobierno: desde pedir que el Estado se hiciese cargo de parte de la hipoteca para paliar la subida del euribor hasta su última ocurrencia: pedir que el Estado subvencione el 33% de la renta para los pisos en stock puestos en alquiler, eso sí, tragando con los números hechos por ellos mismos: pisos que dicen que valen 300.000€ y que pondrían en el mercado a 750€ al mes. Y yo me pregunto: ¿por qué el (des)Gobierno va a subvencionar ese alquiler y no el de cualquier otro inquilino que viva en un piso de un propietario particular? Estos de la patronal constructora es que tienen una cara de cemento... ¡¡Pues no!! La solución para quitar de en medio el stock es la siguiente: vender al precio del mercado real, y no el mercado especulativo y ficticio, apoyado en créditos imposibles, que hemos sufrido estos años pasados.

Y por fin, el dato más esperado: ya es oficial que en 2008 la vivienda bajó un 3.2%. Por supuesto, es seguro que la caída ha sido bastante mayor, pero ya se sabe cómo son estos (des)informes (des)gubernamentales... Otros medios informan de que el precio de la vivienda de 2ª mano ha caído un 40%. Y la fiesta sigue...

Recordar, como colofón, que una caída de precio siempre va acompañada de desempleo, contracción del PIB y restricción de crédito. Eso que no se olvide, para que tengamos presente lo que nos espera en España "gracias" a ZP, su estulticia, su ignorancia y sus mentiras.

Buenas noches y a disfrutar.

01 febrero 2009

El mayor robo de la Historia

Muy buenas a todos.


¡Sí! Cuando más podría escribir acerca de lo que está pasando, menos lo estoy haciendo. Supongo que todos nos damos cuenta de que los acontecimientos están hablando por sí solos.

Como llevo algún retraso (unos cuatro meses, casi nada...) con esto, me voy a permitir la licencia de escribir acerca de algo que ha sucedido hace ya algún tiempo pero que me indigna especialmente, y que además está relacionado con la última entrada: el rescate con dinero público y la responsabilidad de financieros y políticos en todo este embrollo.

Visto lo visto, mis previsiones (que bastantes tildaron de catastrofistas) se han quedado cortas, muy cortas. Estamos ante la peor crisis de, al menos, los últimos 80 años. Y eso si se admite que el crack del '29 fue peor que este que estamos viviendo, porque hay quien ha tildado a la actual como la madre de todas las crisis, y también quien ha dicho que el '29 comparado con esta fue como un juego de niñas en el patio de recreo de un convento de monjas, ¡ahí es ná...!

Por ahora, la crisis se ha llevado por delante a bancos y otras entidades financieras, algunas de ellas con una trayectoria de casi cien años. Entre las víctimas USA, las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, la aseguradora AIG y otras grandes que se han salvado por los pelos después de ser rescatadas por el Gobierno de turno (con dinero de los contribuyentes, claro). Otras como Lehman Brothers no han tenido tanta suerte y han sido abandonadas a su triste (y merecido) destino.

En este vídeo (¡es para verlo!) se puede ver la explicación de la crisis que Leopoldo Abadía dio en el programa de Buenafuente, y en su blog, ahora famoso, se puede tener una explicación más detallada e igualmente amena y graciosa del tema.

Y ante todo este desaguisado, los Gobiernos se dedican a gastar el dinero de los contribuyentes en rescates millonarios. La palma, por supuesto, se la lleva EE.UU, el mayor responsable de la crisis internacional. Desde el pasado Septiembre se empezó a hablar de la necesidad del rescate, empezando por el inepto gañán que han tenido como Presidente hasta hace bien poco (queda claro que W. Bush ha sido una calamidad, la mayor de al menos los últimos 75 años), que habló en TV para empezar a hacer el cuerpo a los ciudadanos y se amenazó con el colapso y la recesión si no se procedía a ello con la mayor celeridad. Curioso que tuvieran entonces tanta prisa por intervenir, cuando se pasaron años dejando a las entidades financieras hacer y deshacer a su libre albedrío...

No deja de resultar curioso que todo eso ocurra en el país que con mayor vehemencia reclama la no intervención estatal, a pesar de la opereta montada por los republicanos para defender su supuesto dogma de anti-intervencionista, pero que después se tragaron. Tras esto, esperemos que sus dirigentes aprendan que hay que moderar las ideologías ultraliberales que abominan de los controles públicos y luego subvienen las crisis con el dinero de los contribuyentes.

Pero lo peor no es que la Administración USA haya tenido que acudir al rescate del sistema financiero; está claro que, a pesar de no gustar nada a los contribuyentes (lógico, por cuanto supone poner dinero del común al servicio de unos irresponsables), una vez que estamos donde estamos la intervención es el menor de los males: como dice Martín Seco, los chantajes del neoliberalismo económico son chantajes, pero no engañan. Lo peor es que los delincuentes financieros responsables de semejante estropicio, que son aún más tóxicos por sí mismos que las propias hipotecas basura que han creado, no paguen su irresponsabilidad como es debido. ¿Se acordarán los dirigentes mundiales de poner coto a semejantes individuos? Está claro que han demostrado una total incapacidad moral para desempeñar los cargos que han ostentado, y ahora sólo falta ver si incurrirán también en una deseable (y merecida a pulso) responsabilidad penal.

Pocas esperanzas tengo de verlos entre rejas, que es donde merecen estar. Pero en fin, dicen que la esperanza es lo último que se pierde, incluso después que el dinero...

Buenas noches, y enhorabuena a los afortunados que aún conservan su empleo. En no mucho tiempo seremos/serán rara avis.