03 abril 2009

La cumbre del G-20

Muy buenas.

Por una vez, y sin que sirva de (demasiado) precedente, me gustaría publicar una columna de opinión de una periodista que siempre me sorprende por su mordacidad y su buen tino a la hora de exponer la realidad más cruda de una forma que incluso hace esbozar una sonrisa en el rostro.

Irene Lozano escribe su columna los viernes en 'Estrella Digital', y de veras que merece la pena seguirla porque la mayor parte de las veces acierta plenamente en sus comentarios acerca de la realidad.

Esta semana, ayer mismo, tuvo su punto de mira en la cumbre del G-20, y creo que su comentario no puede ser más mordaz, acertado y crítico con lo que se ha visto en la cumbre. Aquí lo posteo para disfrute del personal.

Buenas noches.

Sin costaleros en el G-20 (enlace)

Los prohombres del mundísimo, más conocidos como G-20, se reunieron en noviembre pasado y acordaron volver a encontrarse en abril. Se van de Londres habiendo pactado celebrar otra cumbre antes de final de año. Y además han decidido gastarse un billón. En las cofradías sevillanas se lo toman más en serio: también se ven para decidir cuándo se verán y hacen obras piadosas, pero al menos una vez al año cargan el paso a hombros y hasta los flojos declaman saetas.

El billón es básicamente todo, y habrá que vigilarlo con cuidado, porque una gran parte se destina al FMI, que triplica sus fondos y se perfila como un superministerio de economía mundial de legitimidad dudosa. El desembolso del G-20 se destina a "restablecer el crédito, el crecimiento y los puestos de trabajo en la economía mundial", según aseguró Gordon Brown. El problema es que algunos países llevan gastado mucho más en limpiar la basura bancaria y esto sigue hediendo.

En cuanto a medidas concretas, han decidido, en un rapto de arrojo, actuar contra los paraísos fiscales, por ser allí donde se refugian los beneficios de todos aquellos cuyas pérdidas pagamos hoy a escote los contribuyentes. ¿Y qué van a hacer? Indignados, han dicho que no pasa un día más sin su drástica y audaz medida: publicar una lista. No una lista de las empresas o particulares que guardan allí sus ahorrillos. Una lista de los paraísos fiscales no cooperativos. Para sacarles los colores, ea.

Nos encontramos ante la peor crisis económica mundial en ochenta años, aunque no lo parezca. Y pese a la gravedad de la situación, no ha habido acuerdos sobre gasto público ni compromisos de evitar el nacionalismo económico. Eso sí, han adoptado la resolución de abordar de alguna forma y en algún momento, tal vez en la próxima cumbre o en la siguiente, la regulación financiera, el secreto bancario, los fondos de riesgos, las remuneraciones disparatadas, en fin, esas menudencias que nos han llevado al borde del precipicio.

Esto es el parto de la montaña, aunque la información siempre se puede interpretar. El alza jubilosa de las bolsas de todo el mundo, no obstante, confirma las peores sospechas: los mercados cerraron exultantes porque han comprendido que nada va a cambiar. Las expectativas sobre una reforma del capitalismo para acabar con la opacidad, los beneficios sin límite, la especulación y la ingeniería financiera, se disipan definitivamente sobre la bruma del Támesis. Celebremos ese nuevo billón para el viejo sistema que nos trajo esta crisis asesina.