17 mayo 2010

Un banquero que ha dicho las cosas claras

Buenas a todos.

Hoy traigo una columna de opinión que me parece muy interesante y que deja bien a las claras que los desmanes de la burbuja nos van a dejar como al gallo de Morón. Recomiendo su lectura, porque no tiene desperdicio: es la claudicación de un banquiero ante la que se nos viene encima., que no es poco.

Agustín Marco

Entre tanto mensaje políticamente correcto, entre tanta falacia declarativa, de vez en cuando se escuchan aseveraciones como puños, aseveraciones transparentes sin más ánimo que decir la verdad o desahogarse. Motivos al fin al cabo que uno agradece cuando viene especialmente un ejecutivo de banca, que, con la voz baja, se explaya una mañana de mayo propicia para encomendarse al espíritu.

Porque lo que aquí se cuenta es una confesión de un miembro de la comisión ejecutiva de una importante entidad financiera momentos antes de que las niñas de un colegio de tradición católica rezaran con alegría, ajenas a lo que pasa en el mundo real, en una de estas mañanas de mayo en la que se venera a la Virgen María y similares. El momento sirvió para que el directivo, cuya entidad va a tener que ser rescatada vía fusión entre iguales, reconociese que el sistema financiero español está quebrado.

No fue necesario sacar el colmillo para obtener tales declaraciones. Fue directamente el banquero el que preguntó al periodista que cuál era la morosidad de la banca, que cuáles se van a salvar, que en qué porcentaje está el paro y otras preguntas insidiosas. Los papeles cambiados. La respuesta del plumilla fue directa: ¿preguntas por las cifras reales o por las que se hacen públicas? “Por las de verdad”, puntualizó.

Tras un intercambio de pareceres, el directivo fue al grano: el paro va a superar los cinco millones, la banca tiene una morosidad del 12% y necesitamos recursos propios de forma urgente, es decir, una base de capital que permita garantizar la solvencia. Ya lanzado, aunque manteniendo siempre la templanza, el cajero aseguraba que tanto su entidad como el resto están atiborradas de emisiones de deuda, de preferentes y de todo tipo de productos poco recomendados por la CNMV, cuyos inversores se arriesgan a no ver ni los intereses.

Por ello, considera urgente conseguir capital a sabiendas de que la única vía son las emisiones de cuotas participadas, otro producto que el Banco de España aprueba con cuentagotas y que apenas han utilizado algunas entidades, como la CAM. Una situación peligrosa –los expertos cifran el agujero de las cajas españolas en entre 30.000 y 40.000 millones, como reconocía días atrás el responsable de un banco estadounidense en España- que no soluciona ni el FROB.

La conversación discurre sobre cuáles son es su opinión las que peor están y las que llevan en la UVI desde hace meses aunque públicamente salgan maquilladas diciendo que a mí no me pasa nada. Ahí surgen los nombres de siempre –CAM, Bancaja, Caja Madrid, las castellanas, etc...- “Todo es pura contabilidad, ajustes de un lado y de otro para que la foto oculte la situación”, sentencia. Por supuesto, agrega, con la bendición del Banco de España, que no toma una medida contundente ni a tiros, y la aquiescencia de las auditoras.

En esa mañana espiritual, el banquero no está para milagros. No sé si los cree, pero no los espera. “Yo veo las cuentas de nuestras participadas todos los meses y… qué quieres que te diga. Dan ganas de llorar”.