Los adalides de la Patria
Hola de nuevo, amigos.
Hoy quiero hablar de los adalides de la Patria, esos paladines cuyas decisiones rigen nuestro destino, esos que anteponen el bienestar del colectivo a los beneficios particulares y privados. Los inasequibles a las tentaciones, aquellos que pueden llevar con orgullo la cabeza bien alta porque sus decisiones están basadas en el respeto a las leyes y en el bien de los ciudadanos. Estoy hablando, cómo no, de los políticos.
¿Qué me dicen, por ejemplo, de los concejales de urbanismo? Son la personificación misma de la resignación, del sacrificio personal a cambio del servicio a los ciudadanos. Cualquier político podría ser concejal de deportes, o de cultura, o de... Cualquier otra concejalía le reportaría muchísimos menos problemas y dolores de cabeza; en cualquier otra no tendría que soportar presiones por parte de constructores, promotores, propietarios de suelo... Tendría muchísimo menos trabajo, cobraría lo mismo y además apenas se le vilipendiaría en los medios (tal como están haciendo en estos días con tantos honrados concejales de urbanismo). ¡Pero no! Los partidos y concejales pretenden hacerse con la concejalía de urbanismo en una clara demostración de sacrificio y afán de trabajo en pos del bienestar común; se cargan esa losa a las espaldas sin importar su peso. ¡Esto se llama servir a la sociedad desinteresadamente!
Es admirable la vocación de función pública de la clase política, la cual llevan adelante a pesar del maltrato que reciben de la sociedad. Porque yo me pregunto: ¿quién no conoce alguna historia de un político cuya honorabilidad haya sido puesta en duda en la prensa, radio, diarios u otros medios reaccionarios que sólo buscan el descrédito de estas personas honradas?
Hasta la propia Justicia ha intentado en ocasiones ensañarse con la clase política, aunque afortunadamente siempre (o casi siempre) salen airosos de las acusaciones a pesar de existir multitud de pruebas en su contra, cizañeramente preparadas para intentar hacer creer a los ciudadanos que los honrados representantes del pueblo están involucrados en oscuras tramas ilegales. Suerte que hasta ahora el "ángel de la guarda" de la mayoría de ellos ha logrado evitar las injustas condenas que para ellos se solicitan.
Estamos llegando a tal punto de inmerecido descrédito de nuestros gobernantes que desde algunos sectores, mostrando una total ingratitud hacia nuestros políticos, se ha insinuado que el mantener las competencias de ordenación territorial en manos de consistorios y alcaldes es lo mismo que mantener 8000 focos de corrupción inmobiliaria (por los aproximadamente 8000 ayuntamientos que existen en España). Asímismo, en el colmo de la desfachatez, se ha pedido que al menos se cree un organismo a nivel autonómico que sirva para validar las decisiones que en cuanto a ordenación territorial se tomen en los distintos municipios. ¿Acaso están afirmando veladamente que nuestros alcaldes y concejales se benefician personalmente o bien benefician a terceros con las decisiones que toman en relación al urbanismo? ¿Se está insinuando que estos servidores públicos se han dejado llevar por los caminos de la corrupción?
Incluso las fuerzas del orden se han propuesto perseguir y acosar a nuestros políticos llevados por la absurda idea de que la corrupción está presente entre los gobernantes. Como muestra, el proyecto de creación de grupos específicos contra delitos urbanísticos en la Guardia Civil.
Por supuesto, las injurias y calumnias no quedan sólo en el ámbito de lo municipal, sino que son lanzadas contra todos los estamentos y cargos públicos desde el concejal hasta los propios ministros. Está claro que la envidia es muy mala y está muy extendida en nuestro país, y lo que se pretende es desprestigiar a quienes tienen una posición y han logrado el éxito y el reconocimiento público.
Los políticos son los encargados de guiar con mano firme el destino de nuestro país. Ellos saben qué es lo mejor para los ciudadanos, y por ello han sido elegidos como representantes y gobernantes del pueblo. En sus decisiones se concentra la sabiduría del erudito y la intuición del estadista. Ellos siempre saben qué es lo mejor para el desarrollo del país y actúan en consecuencia.
El modelo económico y de crecimiento es válido y sostenible. La economía va viento en popa y seguirá así ad infinitum, tal y como nos recuerdan nuestro ministro Solbes y nuestro gobernador del Banco de España MAFO cada cierto tiempo; y si no fuese así, nos lo dirían, ¿no? Es imposible que un honesto político engañe (o directamente mienta) al pueblo que lo ha elegido.
Los pilares de la economía (léase consumo interno y construcción) gozan de buena salud; si los políticos han consentido, aprobado y permitido el boom inmobiliario es porque es lo mejor para todos nosotros. La gallina de los huevos de oro sigue en forma, no lo duden. Si no fuese así, ¡apañados estaríamos!